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martes, 15 de enero de 2013


Esa mañana hacía buen tiempo y ya se vislumbraban los primeros rayos de sol cuando me levanté a las 7, igual que el resto de mis compañeros. Realmente esto es un supuesto porque dos o tres llegaron con las sábanas aún pegadas al cuerpo al lugar de encuentro a las 8. Y una vez hubimos empaquetado todos los proyectos y depositado en la parte trasera del microbús, junto a nuestro poco equipaje, emprendimos la marcha hacia Madrid aún agitando las manos despidiendo a los padres que allí aguardarían nuestro regreso.
            Inauguramos el trayecto haciendo algunas fotos dentro de aquel pequeño autobús y después los dos grupos que habíamos allí para el concurso nos organizamos para ensayar las exposiciones. Los nervios se respiraban en el ambiente. Las preguntas típicas eran ’’¿estáis nerviosos?’’ o ’’¿cómo será el jurado?’’. Luego esto iba acompañado de sucesivas preguntas entre los propios grupos acerca de la información que teníamos que exponer, pues solo nos daban 5 minutos para 4 y 5 personas en total. A minuto y pico, o poco menos de un minuto por persona teniendo en cuenta el volumen de nuestros trabajos era un poco agobiante. Aún así estábamos ansiosos de llegar allí y hacerlo todo lo mejor posible.
            Lentamente las energías del desayuno se esfumaron y a una hora de parar en la primera estación de servicio ya se veían los primeros cojines sobre los asientos y a algunos en plan autista con sus cascos e iPods.
            Hicimos las paradas correspondientes antes de llegar a Alcobendas, y una vez llegamos allí sabíamos que íbamos contrarreloj; una vez llegáramos seríamos de los primeros a los que evaluaría el jurado, y aún sin bajarnos del autobús ya empezaban a florecer los primeros síntomas del nerviosismo. Paramos en el hotel para dejar las maletas y pusimos rumbo al Cosmo Caixa. Nada más parar salimos disparados a la pequeña carpa en la que nos instalaríamos este día y el próximo. Lo primero que pensé al entrar fue que allí se respiraba a inteligencia y a sepor, porque olía exactamente igual que la feria porcina que organizan en Lorca cada año. Dicho esto, después nos apresuramos a montar nuestros correspondientes puestos y los adornamos de forma llamativa con un pilar rodeado de fotos, el rice test, posters de cada trabajo, el sismógrafo, los folletos informativos y las maquetas del edificio sismorresistente y de la bóveda catalana. Pusimos también un cañón conectado a un portátil que mostraba los power points de los trabajos. Y una vez todo listo, primero le tocó a mi grupo, el del Edificio Sismorresistente, exponer delante del jurado. Recuerdo cómo uno a uno en mi grupo hablábamos con las manos temblando, rígidos y con la voz quebrada en algunas ocasiones. Solo teníamos que exponer un minuto y unos segundos más cada uno, pero aunque estuvimos muy poco tiempo delante de todas aquellas personalidades realmente pareció una eternidad. Una vez hubo acabado la exposición la primera sensación que tuvimos todos fue la de quitarnos una losa enorme de encima, y después la de sentirnos alegres y satisfechos por haber defendido bien nuestro trabajo. Lo más llamativo del trabajo de mi grupo era el rice test, al que añadimos como peculiaridad montones de arroz con forma de corazón. El otro grupo, el de Bóveda Catalana, hizo también una muy buena exposición apoyándose en nuestro instituto como ejemplo y también utilizando un sismógrafo a modo de explicación gráfica, pues lo hacían funcionar y explicaban la medición de las ondas sismográficas. Ellos se sintieron durante y tras la exposición igual que nosotros.
            Una vez pasó el jurado, nos fuimos turnando para ver qué otros trabajos había llevado la gente que estaba allí. Mientras dos o tres se quedaban en el stand, los demás se iban a escuchar las exposiciones de otros proyectos. Mientras nos quedábamos en el stand mucha gente se acercó a ver y escuchar nuestros respectivos trabajos, pero además para interesarse por la situación de Lorca tras el terremoto del 11 de mayo de 2011 y también para escuchar lo que había acontecido dos semanas antes; las inundaciones por la gota fría. Fue muy llamativo el hecho de que conforme más y más exponíamos nuestros trabajos a las personas desconocidas que se interesaban, con más fluidez y naturalidad nos expresábamos, y creo que esto es el verdadero premio que nos llevamos todos de aquella feria de ciencias. También llamábamos mucho la atención porque íbamos vestidos con unas camisetas que por la cara delantera llevaban la huella de una mano en la que en el centro salía el logo de Lorca, y en la cara trasera aparecía una lista con los desastres naturales que hemos experimentado los lorquinos y los que podríamos experimentar si nuestra suerte sigue este camino. Ante todo las camisetas pretendían mostrar, lejos de una broma, un enfoque optimista a nuestra situación desde el terremoto. Tampoco estábamos del todo a salvo, pues otros miembros del jurado por libre se acercaban a evaluar nuestros trabajos, aunque los nervios ya apenas aparecían.
            Estuvimos dos días exponiendo a los que se acercaban a preguntar hasta que nos enteramos de que el grupo de Bóveda Catalana había sido seleccionado para exponer de nuevo dentro del Cosmo Caixa. Repitieron sus explicaciones porque el jurado principal los había seleccionado para una semifinal. Al día siguiente fue cuando asistimos a la ceremonia de entrega de premios y ellos fueron quienes se llevaron uno de ellos: una mención de honor por su trabajo. También el resto recibimos diplomas por haber sido seleccionados para la final de Ciencia en Acción a nivel nacional.
            Cabe mencionar que el segundo día, en el Cosmo Caixa, probamos una simulación de vuelo ofrecida por las Fuerzas Aéreas, cuyo máximo representante nos había hablado de la importancia del desarrollo de las ciencias el día anterior en la Ceremonia de Bienvenida. A mí me recordó mucho a esa atracción de simulación virtual que ponían en la feria de septiembre en Lorca y que frecuentaba mucho cuando era más pequeña. También nos dimos un pequeño paseo por las exposiciones que ofrecía el Cosmo Caixa en su interior.
            Eso fue todo lo referente a la feria científica, pero no solo hicimos eso, sino que la segunda noche hicimos una pequeña excursión al centro de Madrid para disfrutar de la capital ya que estábamos tan cerca de ella.
            Decir también que ambas noches apenas durmió ninguno de los miembros de ambos grupos, porque nos reuníamos en las habitaciones del hotel a comentar el día y a charlar. De esas dos noches salieron muchas anécdotas de las que hoy día seguimos hablando.

            En definitiva creo que fue un viaje corto pero muy intenso, en el que nos enriquecimos a nivel personal al aprender a desenvolvernos en las exposiciones orales, y también obtuvimos una mayor cohesión grupal entre los que asistimos, amigos y compañeros de clase, y las dos profesoras que vinieron con nosotros, que en todo momento nos apoyaron y asesoraron para hacer de nuestros simples trabajos de clase un proyecto digno de exposición en una feria científica.



Paloma López.
05/01/2013

Ciencia en acción. MADRID 2012